El COVID-19 ha puesto en relieve el hecho de que, cuando destruímos la biodiversidad presente en nuestro planeta, se destruye también el sistema que sustenta nuestra vida, la vida humana. Está demostrado científicamente que el deterioro de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad alteran el equilibrio de la Tierra, aumentando la exposición de los humanos a virus que parecían aislados, incrementando el riesgo de transmisión de enfermedades y, en consecuencia, de pandemias.